Sentí una enorme tristeza cuando me enteré por twitter que el cineasta Miguel Herber llevo a cabo el acto de quemar sus tantos documentos sobre la dictadura ocurrida en Chile. Siento verguenza al saber que cuando el vino a nuestro país a pedir financiamiento para llevar a cabo un documental, el Estado Chileno no haya prestado atención, me duele en el alma que no hayan hecho nada para rescatar algo tan valioso e histórico, que podría servir para darle información a nuestros estudiantes respecto de lo que realmente paso, quizás incluso podría haber servido para ayudar a sanar una parte de la herida que tenemos como chilenos. Afortunadamente no me toco presenciar la dictadura en si, ya que nací el año del plebiscito de 1989, y es por esto que todas a mis sensaciones, y mi opinión de lo que paso antes de mi nacimiento, están basados en lo que he escuchado, libros, y lo poco que enseñan en el colegio de la dictadura, y al final siempre me quedo con esa sensación de asombro a notar que ambos "bandos" defienden con tanta efervescencia su postura con respecto a lo que paso en la dictadura, los que adoran a la imagen de Pinochet, y sus detractores. Que pena saber que a pesar de toda mi entusiasmo de conocer más de lo que paso, con algo tan verídico como los registros audiovisuales de los campos de prisioneros de Pisagua y Chacabuco, hoy ya no se podrá. Una lástima para mi era un tesoro.
Pero me quedo con dudas al leer que Tatiana Molina, hija de Mario Molina, ex prisionero de Chacabuco, junto a la Cineteca de la Universidad de Chile, Cineteca Nacional y el Museo de la Memoria, señalan que enviaron una carta publica solicitando que no se destruyera el material. Entonces ¿Que paso?
Bueno quizas no lo sabremos, yo me quedo con la angustia y enorme tristeza, y con la rabia de no tener la posibilidad de tomar un avion e ir a rescatar lo que quede.
Miguel Herberg quemó y enterró los registros
audiovisuales de 1973:
Cerca de 40 personas participaron en la quema de los registros audiovisuales
sobre los campos de prisioneros de Pisagua y Chacabuco, grabados después del
golpe militar de Miguel Herberg, en Morille, España. (Foto: Victorino
García)
"como nadie los quiere ver, entonces los voy a quemar", señalaba Miguel Herberg, mientras las quemaba.
